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La educación Montessori no debería de ser cara


María Montessori estaba convencida de que lo mejor para todo niño, era una vida natural, simple, sencilla y un ambiente realmente preparado, sin muchos objetos, minimalista, simple, ordenado y bello. Al observar a niñas y niños que venían de hogares muy humildes, desordenados, sucios y con muy pocas atenciones tanto físicas como emocionales, se dio cuenta que lo que estos niños buscaban era orden y limpieza. Buscaban ser observados, aprender, ayudar al adulto y a sus compañeros, autoconstruirse, sentirse en paz y en calma. Para lograr esto, la doctora Montessori trajo al ambiente preparado, objetos para el autocuidado de los niños, tales como pañuelos, peines, jabón, espejos, bandejas para lavarse… y notó que ellos disfrutaban el sentirse limpios y arreglados y esto los motivaba a trabajar y a sentirse mejor física y emocionalmente. También se dio cuenta que los niños buscaban tener su ambiente bello y ordenado, por lo que consiguió paños, escobas, baldes, cepillos, alfombras, cuadros, adornos… todo lo que pudiera ser útil para embellecer el ambiente y tenerlo limpio. Notó que el orden externo ayudaba a su orden interno, el cual estaba desarrollando y les serviría para toda la vida.


Los niños de hoy necesitan este orden y este minimalismo más que nunca: viven vidas desordenadas y caóticas por tantas actividades que se les buscan, además de tanta información que reciben por todos los medios. Investigaciones han concluído que la forma en que estamos criando a los niños hoy, les causa estrés y ansiedad y abruma a niños, madres y padres por igual.


Tenemos que desconectar de tanto consumismo y de tanta información virtual. Conectemos con la naturaleza, con nuestro yo interior, conectemos con la belleza de nuestro hogar y con la belleza de nuestra persona. Pongamos orden interno a través del orden externo.



¿Y a qué va todo esto?

A que la educación Montessori se ha desvirtuado gracias a este consumismo excesivo, y que desgraciadamente, llegó también a la educación. Si bien es cierto que formarse como guía es una inversión muy alta si de dinero hablamos, pienso también que es de las mejores inversiones que podemos hacer a nuestra persona, ya que no te forma solo académicamente, sino también espiritual, moral y emocionalmente.

Es cierto también que el material Montessori es muy caro. Pero precisamente en un ambiente Montessori se trata de enseñar a los niños a cuidar su material, su espacio y su mobiliario. Y si la guía trabaja en ayudar a crear este cuidado y respeto por el material, éste podrá durar muchísimos años. Conozco escuelas que todavía cuentan con material de hace cincuenta años y está en muy buen estado.


¿Y los espacios enormes que se necesitan para un ambiente preparado ideal? Si aprovechamos la riqueza de la naturaleza, sus espacios amplios y diáfanos, naturales, ordenados y hermosos… realmente no necesitaríamos grandes espacios construídos. Podemos tener gran parte del ambiente en el exterior y realizar muchísimas actividades no sólo de vida práctica, sino de actividades sensoriales, artísticas, de ciencias, inclusive las matemáticas y la lectoescritura se logra en un ambiente al natural. Es por eso que nuestro centro trabaja la filosofía Montessori junto con la educación en el bosque, porque es la naturaleza la mejor maestra para cualquier ser humano.


Es cierto que mientras los gobiernos en el mundo, no crean y acepten que una metodología distinta es ideal para el desarrollo del niño, no podremos crear escuelas públicas Montessori. Pero si como directores, propietarios y guías creemos que la mejor inversión de nuestra vida está en los niños, podemos crear escuelas privadas “no caras” . Y podremos hacernos ricos de todos esos árboles y flores que florecerán con cada semillita que estamos plantando en los corazones de quienes serán, “el adulto del mañana” y por ende, una mejor humanidad. ¿Qué mejor herencia podemos dejar en nuestro planeta?


Por Betty G. Elger






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